REFLEXIÓN: POSVERDAD, DESINFORMACIÓN, FAKE NEWS, BULOS... ¡QUÉDATE A CONOCERLOS! (Parte II)

 


Las noticias falsas, la desinformación o los bulos suponen un problema grave para nuestra sociedad y nuestro crecimiento como ciudadanía; este, además, se vuelve especialmente delicado cuando se refiere a elementos relativos a la política o a los medios.

El uso de la mentira y la manipulación no son fenómenos nuevos. Ya desde las primeras décadas del siglo pasado, las guerras mundiales fueron escenarios propicios para la mentira y el engaño. Asimismo, se ha utilizado la manipulación para distintos fines sociales, políticos, científicos... un buen ejemplo fueron las mentiras difundidas por las tabacaleras en EEUU en los años 50, los argumentos negacionistas sobre el cambio climático o, más recientemente, sobre el COVID.

Lo cierto es que, aun sin ser novedad, la mentira y la manipulación han adquirido especial peso en los últimos años. De hecho, no solo el uso del engaño forma parte de esta construcción que hoy conocemos como posverdad, sino que la apelación a emociones y sentimientos, antes que a hechos o datos, también son componente fundamental. Según Aparici y García Marín (2017) el “actual entorno comunicativo, caracterizado por su digitalidad e interactividad, alimenta la circulación del mayor volumen de falsas informaciones conocido hasta la fecha”. En las redes sociales, las fake news encuentran, de hecho, una vía rápida de difusión. Los algoritmos y los motores de búsqueda contribuyen a la difusión de dichas noticias, así como a desorientar y desinformar a los usuarios (Arranz-Martínez, 2018).

El uso de las redes sociales y de Internet han propiciado una difusión de la información a veces dudosa o, incluso, torticera, debido a las numerosas voces que ahora pueden expresarse a través de la red. Como veíamos en la entrada anterior, el periodismo ciudadano convive con el periodismo profesional y, en ocasiones, las noticias no contrastadas, junto a la propagabilidad que caracteriza a los contenidos de la red, contribuyen a aumentar el problema de la desinformación.

Antes de continuar vamos a aclarar algunos términos. Posverdad, desinformación, fake news... son términos que a veces se utilizan indistintamente, pero no son sinónimos, ni mucho menos.

Cuando hablamos de posverdad, aludimos al marco general de pensamiento que posibilita la circulación de las noticias falsas. Según Murolo, la Posverdad puede ser definida como "una idea, un imaginario, un conjunto de representaciones sociales o sentidos ya incorporados por las audiencias y desde donde son posibles fake news que refieren a esa idea afirmándola o ampliándola" (2019)

Por otro lado, la desinformación se define como la información intencionadamente manipulada al servicio de ciertos fines (DRAE) y no hay que confundirla, a su vez, con las Fake News o noticias falsas, que son aquellas noticias aparentemente ciertas que se difunden en el entorno de internet, intentan llamar la atención con contenido supuestamente auténtico para escandalizar o manipular.

Lo cierto es que el contexto cognitivo de la posverdad, las fake news y la desinformación operan, no solo desde la mentira, sino desde la reafirmación de nuestras ideas y prejuicios, de manera que el objetivo de este tipo de contenidos no es tanto engañarnos o mentirnos, sino más bien utilizar nuestros sesgos cognitivos para dirigir nuestra mente según sus intereses.

Según García-Marín y Aparici (2019), "en la era de la posverdad, las reglas del juego no incluyen la determinación de lo verídico a través de un proceso de evaluación racional, evaluación y conclusión final. La posverdad asume que existen tantas verdades como individuos y cada uno elige la suya propia, como si de un buffet se tratara". Esta "personalización" de la verdad es otra de las características fundamentales de este marco cognitivo: desde la lógica de las redes, en las que cada opinión es legítima y vale lo mismo que las demás, la interpretación de la verdad también parece ser individual y personal, en lugar de basada en datos y argumentos. De algún modo, pareciera que podemos construir nuestra realidad a la carta, según nuestra conveniencia.

¿Se te ocurren más ideas acerca del problema de desinformación? ;)


Bibliografía

Aparici, R. y García-Marín, D. (2019). La posverdad. Una cartografía de los medios, las redes y la política. Barcelona: Gedisa

Arranz-Martínez, R. (2018). La creación de imaginarios. bie3: Boletín IEEE, 2018(10), 348-360. Retrieved agosto 20, 2020. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/6555512.pdf









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